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FALSOS MITOS

Las personas que padecen una enfermedad psiquiátrica son agresivas/peligrosas

Ninguna enfermedad psiquiátrica tiene como síntoma propio de la enfermedad la agresividad o el deseo intencionado de hacer daño.

Otra cosa muy diferente es que sí es frecuente en diversas enfermedades psiquiátricas que haya un aumento de la ansiedad, de la irritabilidad y/o de la impulsividad. Probablemente, estos síntomas sí pueden predisponer a que, frente una contrariedad, haya una respuesta verbal o física más agresiva de lo esperable. Aun así, es poco probable este tipo de conductas en individuos que estando sanos serían totalmente reacios a las conductas agresivas. Sí existe una excepción muy concreta e infrecuente a lo hasta ahora comentado. En diversas enfermedades psiquiátricas pueden existir lo que denominamos delirios y/o alucinaciones (ideas o percepciones fuera de la realidad pero vividas por el paciente como totalmente ciertas). Por ejemplo, una persona puede estar totalmente convencida de que un individuo determinado es el diablo y que quiere hacerle daño. Frente a esta idea (delirio) la mayoría de pacientes solicitan ayuda (a un familiar, a la policía, a un sacerdote, etc.) o huyen, pero excepcionalmente, actúan agresivamente (como defensa, nunca por el mero hecho de agredir).

Si empiezas a tomar un fármaco de psiquiatría, nunca podrás dejar de tomarlo

Si la enfermedad de psiquiatría ha curado o si el motivo que justificaba tomar la medicación ha desaparecido, no hay ninguna necesidad de mantener el tratamiento farmacológico.

No obstante, la mayor parte de las enfermedades de psiquiatría son crónicas (síntomas presentes cada día) o episódicas (tendencia a, repentinamente, reaparecer los síntomas). Dicha tendencia a la cronicidad o a la recurrencia justifica que en muchas ocasiones el médico aconseje no retirar el tratamiento y, en otras, una vez retirado, sea necesario reiniciarlo por estar reapareciendo la enfermedad.

Los fármacos de psiquiatría te hacen ir dormido o aturdido todo el día

La mayor parte de las veces que se prescribe un fármaco psiquiátrico no se provoca somnolencia indeseada.

  1. Los fármacos conocidos como antidepresivos, no producen somnolencia. Existen contadas excepciones: a) mirtazapina y trazodona, los cuales, de hecho, suelen usarse como hipnóticos, no como antidepresivos y b) la clomipramina y la amitriptilina que sí pueden ocasionar somnolencia durante los primeros días de tratamiento (¡no de una intensidad suficiente como para no poder hacer lo previsto para ese día!).
  2. Los fármacos antiansiedad tipo benzodiacepinas (diazepam, lorazepam, alprazolam, etc.), si se está ansioso y se prescribe la dosis adecuada, no producen somnolencia. Es importante destacar que hay veces que los pacientes dicen que les producen sueño pero, al preguntarles detenidamente, resulta que están menos ansiosos y, si están sin hacer nada y en una posición cómoda, se duermen; por el contrario, si están activos, no hay somnolencia. Es decir, la medicación simplemente ha hecho el efecto deseado y, por tanto, haces de forma más relajada lo que te propones (caminar, hablar, trabajar… dormir, etc.).
  3. Varios fármacos (pero no todos) que se prescriben para tratar los episodios de manía y los episodios psicóticos, sí suelen producir somnolencia molesta los primeros días de tratamiento. Habitualmente, pasados unos días, dicha somnolencia o desaparece o se reduce a niveles totalmente compatibles con un funcionamiento diario normal.
  4. Los fármacos que se utilizan en el trastorno bipolar para evitar recaídas (eutimizantes), esencialmente el carbonato de litio, la carbamazepina y el ácido valproico, no producen sueño (carbamazepina y ácido valproico pueden producir somnolencia leve los primeros días de tratamiento).

Cabe recordar que múltiples enfermedades de psiquiatría pueden tener como unos de sus síntomas más frecuentes apatía y/o fatiga. En este caso el paciente puede tener tendencia a estar en reposo (sofá, cama, etc.) y, por tanto, como no esté muy ansioso, tendrá tendencia a dormir (¡no por la medicación sino por la enfermedad!).

Los fármacos de psiquiatría no pueden dejarse de tomar de golpe

Varias matizaciones deben hacerse al respecto.

  1. No se ha demostrado (ni la practica clínica lo sugiere) que el quitar de golpe el tratamiento favorezca más las recaídas que el quitarlo progresivamente. La única excepción a ello podrían ser los fármacos eutimizantes (fármacos prescritos en el trastorno bipolar como el carbonato de litio, la carbamazepina y el ácido valproico) en los que es posible (no está del todo claro) que haya una relación proporcional entre la velocidad al retirar el fármaco y el riesgo de recaída.
  2. Quitar de golpe dosis elevadas de benzodiacepinas (diazepam, lorazepam, alprazolam, etc.) sí puede producir un síndrome de abstinencia (esencialmente, sensación de inquietud, pero pudiendo llegar a ser grave si la dosis retirada de golpe es muy elevada). Por tanto, se aconseja retirar paulatinamente el tratamiento con benzodiacepinas, no por el miedo a una recaída, sino para evitar un síndrome de abstinencia. El síndrome de abstinencia raramente tiene una duración superior a una semana.
  3. Los antidepresivos también pueden producir síntomas de abstinencia (le llamamos síndrome de discontinuación). En este caso, dichos síntomas son siempre leves (pero desagradables). Los síntomas más frecuentes son sensación de mareo, molestias digestivas tipo náuseas y dolor de cabeza. Paroxetina y venlafaxina son los que lo producen con más frecuencia. Aparecen al primer o segundo día de suspender el tratamiento y se alargan como mucho dos semanas. Incluso con retirada progresiva, a veces también aparecen.

En consecuencia, en lo referente a los fármacos psiquiátricos, el riesgo de recaída no depende de a qué velocidad se retiran (excepto, quizá, en el caso de los eutimizantes). Para evitar síntomas de abstinencia, sí es importante no retirar de golpe dosis elevadas ni de benzodiacepinas ni de algunos fármacos del grupo de los antidepresivos (en particular, venlafaxina y paroxetina).

Los fármacos de psiquiatría no pueden mezclarse con alcohol

Ningún estudio ha sugerido (tampoco la experiencia clínica lo sugiere) que tomar fármacos de psiquiatría y alcohol, en cantidades normales, comporte una pérdida de eficacia de la medicación, un aumento de los efectos secundarios de la misma o una mayor tendencia a las recaídas.

Varias matizaciones:

  1. No para todo el mundo querrá decir lo mismo "cantidades normales de alcohol".
  2. Raramente, pero en ocasiones tomar prácticamente a la misma hora alcohol y pastillas para la ansiedad tipo benzodiacepinas, sí puede producir cierta somnolencia.
Las depresiones son debidas a una falta de serotonina

La mayor parte de los fármacos que mejoran los trastornos depresivos (y los trastorno de ansiedad) provocan un aumento de la molécula serotonina en determinadas áreas del cerebro. Pero de ahí a afirmar que los trastornos depresivos se deben a una falta de serotonina, hay un gran trecho.

A día de hoy, ¡la mayor parte de estudios realizados al respecto no han demostrado relación entre los niveles de serotonina (en sangre o en cerebro) y el desarrollar un trastorno depresivo!

Tomar productos (triptófano en particular) que faciliten la producción de serotonina se ha demostrado no ser útil como tratamiento de los trastornos depresivos. Mediante la ingesta de aportes extras de triptófano, sí aumentamos la cantidad de serotonina en sangre, pero a diferencia de lo que intuitivamente parece lógico, el aumento de la concentración de serotonina en sangre no comporta un aumento de la concentración de serotonina en el cerebro.

La manía y los episodios psicóticos se deben a un exceso de dopamina en el cerebro

Sucede los mismo que con el mito anterior. Si bien los fármacos eficaces para el tratamiento de los episodios de manía y los episodios psicóticos reducen la concentración de dopamina en unas áreas concretas del cerebro, ¡no se ha demostrado que haya una concentración elevada de dopamina en el cerebro de las personas que padecen un trastorno psicótico o un episodio maníaco!

Los fármacos antiansiedad enganchan, cada vez necesitas dosis más altas

Cuando se habla de ansiolítico o fármacos antiansiedad, en general, es haciendo referencia a las benzodiacepinas (diazepam, alprazolam, lorazepam, etc.) y variantes hipnóticas de las mismas (en particular, el zolpidem).

Dos aclaraciones deben hacerse en contra de este mito:

  1. Para un mismo síntoma y una misma intensidad del mismo, no es cierto que cada vez hagan falta dosis más altas. Es decir, no hay lo que denominamos tolerancia.
  2. Si el síntoma ha curado puede quitarse el fármaco sin reaparición del síntoma. Es decir, no hay lo que denominamos dependencia. Cuidado, si el síntoma no ha desaparecido sino que lo hemos "tapado" con el fármaco, al quitar el fármaco, sí volverá el síntoma. Por hacer un símil, aunque los analgésicos habituales no enganchan, sí quitamos el "antidolor" antes de curar la caries, evidentemente, el dolor volverá (¡no estamos enganchados a la pastilla, es que tenemos una enfermedad por curar!).

¿Qué es entonces lo que ha facilitado este malentendido o mito? Tres hechos como mínimo:

  1. Estos fármacos, cuando se están tomando diariamente durante semanas o meses, sí pueden producir un síndrome de abstinencia. Es decir, pueden tener que retirarse paulatinamente. En medicina, entre tener que retirarse progresivamente y producir tolerancia y dependencia, hay una gran distancia conceptual.
  2. Algunos síndromes de abstinencia, por ejemplo, el de la heroína o el del alcohol, mejoran de forma ostensible al tomar grandes cantidades de estos fármacos. Este hecho es el que justifica que en las farmacias soliciten receta para dispensar estos fármacos.
  3. Existe un porcentaje muy pequeño de población que sí parece ser susceptible de "engancharse" a estos fármacos. Es decir, el mito es generalizar diciendo que estos fármacos "enganchan"; la realidad es que son fármacos con capacidad de producir abuso en personas susceptibles a ello. Nuevamente utilizaremos un símil: la inmensa mayoría de la población puede beber vino, entrar y apostar en un bingo o entrar en un bar y utilizar las máquinas tragaperras sin temor a engancharse. El problema real es que no podemos saber a ciencia cierta qué individuos tienen esa capacidad potencial de "engancharse". Dos grupos de individuos parecen ser los más susceptibles al abuso de benzodiacepinas y, por tanto, en ellos deberíamos de intentar evitar la prescripción de ansiolíticos de tipo benzodiacepinas: a) individuos que previamente ya han presentado abuso de otros productos o de algún juego de azar y b) personas muy ansiosas, impulsivas y con mala tolerancia al estrés emocional.
Los antidepresivos son píldoras de la felicidad

En el apartado de esta web dedicado a los trastornos depresivos lo primero que se ha intentado hacer es delimitar las diferencias entre el sentimiento normal o no patológico de tristeza y el síntoma tristeza propio de los trastornos depresivos.

Los fármacos antidepresivos modifican la tristeza en el contexto de un trastorno depresivo. Por el contrario, no ejercen ningún efecto directo sobre el sentimiento de tristeza no patológico. Por tanto, ¡los antidepresivos no producen un sentimiento artificial de alegría frente a una situación triste o preocupante!